En el budismo, la sangha, la comunidad de practicantes, es la última de las tres joyas, después del Buda y el dharma. Los budistas nos conectamos con estas diferentes expresiones de la mente despierta tomando refugio en cada una (casi) todos los días. Las tres son elementos preciosos y necesarios en el camino.
Yo no tengo problema con tomar refugio en el Buda, el maestro, el ser humano que nos mostró el camino hacia la iluminación que él mismo encontró, ni con tomar refugio en el dharma, las enseñanzas del Buda. Pero el proceso no es siempre tan simple cuando intento conectarme con la sangha.
Si pienso en la “sangha” como los seres que me han precedido en el camino hacia el despertar—budas, bodhisattvas, arhats, gurus—entonces es sencillo. Son modelos y fuentes de inspiración. Pero cuando pienso en la “sangha” como mis compañeros cotidianos en el camino, seres humanos de carne y hueso, las cosas se pueden poner enredadas. Esto es especialmente cierto con quienes viven cerca de mí y, por ende, son más difíciles de idealizar.
Una amiga no budista me preguntó una vez que por qué tenía conflictos en mi grupo de meditación, es decir, con mi sangha. ¿No tendrían que estar más allá de eso? No, así no es la cosa. Somos budistas y somos humanos. No somos inmunes al conflicto. La diferencia es (o debería ser) que tenemos la intención de trabajar con nuestros desacuerdos y discrepancias. Se podría incluso decir que el enredo es combustible para nuestro camino.
Algunos colegas parecerían ser nuestros amigos y otros, nuestros enemigos. Pero todos estamos comprometidos a trabajar con nuestras mentes. Los miembros de la sangha somos obras en construcción, llenas de defectos. Seguimos siendo presas de nuestras emociones; provocamos y nos sentimos provocados.
A medida que lo pienso, tomar refugio en la sangha equivale a aceptar que, en palabras de Ponlop Rinpoché: “No siempre somos perfectos y nuestra vida incluye equivocaciones y lastres de varios tipos”. Esos desafíos, sin embargo, son la base para establecer relaciones genuinas y transitar por un camino genuino. Nuestros compañeros de la sangha son nuestros maestros al convertirse en espejos de nuestros patrones habituales. Eso es una gran bendición, si nos permitimos el espacio para manifestar nuestras buenas intenciones y dejamos que el humor coloree nuestras interacciones.
Ejercicio
Tomar refugio en la sangha no siempre es fácil. Pero la próxima vez que tengas un conflicto con alguno de tus colegas en el camino, puedes intentar lo siguiente:
- Respira profundo antes de apresurarte a responder o “solucionar” la situación. Solo aprecia el espacio y la frescura.
- Trae a tu mente las palabras de Khenpo Tsültrim Gyamtso Rinpoché: “Errando y errando, caminamos por el camino sin error”.
- Recuerda: estamos en esto juntos y juntos nos podemos echar una mano. Podemos intentar ser gentiles, especialmente cuando quisiéramos hacer lo contrario.

is a writer, translator, psychotherapist, teacher and, mother from Mexico. She is now working on a bestiary in poetic prose. She has practiced meditation for over 24 years and has been a student of Ponlop Rinpoche’s since 2002.